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MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA.
Daré lectura en el libro El Discurso Maestro de Jesucristo, en la página. 92, leyendo los dos primeros párrafos.
D.M.J., p. 92 - “Dios es nuestro Padre, que nos ama y nos cuida como hijos suyos; es también el gran Rey del universo. Los intereses de su reino son los nuestros, y hemos de obrar para su progreso.
“Los discípulos de Cristo esperaban el advenimiento inmediato del reino de su gloria; pero, al darles esta oración, les enseñó Jesús que el reino no había de establecerse en ese entonces. Habían de orar por su venida como un suceso futuro todavía. Pero esta petición también era una promesa cierta. Aunque no verían el advenimiento del reino en su tiempo, el hecho de que Jesús les dijera que oraran por El es prueba de que vendrá seguramente en el tiempo designado por Dios”.
¿Cuál es el pensamiento esencial contenido en esta lectura? ¿Por qué cosa debemos orar ? Porque comprendamos que la oración solamente no nos llevará al Reino; que el trabajo activo es tan necesario como la oración Si, los intereses de Su Reino deben ser nuestro pensamiento predominante, y tenemos que “trabajar” y también orar por su edificación, como también orar por esto.
“LA CASA DE DAVID
COMO EL ÁNGEL DEL SEÑOR”
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 5 DE OCTUBRE DE 1946
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Vayamos a Zacarías, el capítulo doce. El texto de nuestro estudio se encuentra en el versículo ocho, pero a fin de encontrar el tiempo y el pueblo a que este versículos directamente se aplican, debemos comenzar nuestro estudio desde el versículo primero.
Zacarías 12:1 – “Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos, y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho”.
Hay en este versículo dos puntos que no debemos pasar desapercibidos: (1) que la carga es la del Señor, y (2) que Su carga es por Israel, la Iglesia, y no por el mundo.
Zacarías 12:2 – “He aquí, yo pongo a Jerusalén como copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá en el sitio contra Jerusalén”.
Sabemos por este versículo que las naciones Gentiles han de poner sitio no sólo en contra de Jerusalén, sino también en contra de Judá - si, en contra del Reino entero, iglesia o pueblo. Y en ese tiempo, el tiempo del sitio, Jerusalén será hecha como copa de temblor para todo el pueblo; esto es, todo el pueblo temerá Jerusalén y temblarán ante ella.
Zacarías 12:3 – “Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos: todos los que se la cargaren, serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntaran contra ella”.
Este asedio será puesto no sólo por las naciones que rodean a Jerusalén, sino por todos los pueblos de la tierra, una cosa que se hace posible, solamente por las líneas de comunicación en nuestro día. Así Jerusalén será entonces por piedra pesada para todos los pueblos de alrededor. En su esfuerzo para combatir su temor se dan carga, poniendo cerco a la ciudad. Por causa de esta mala obra serán despedazados.
Zacarías 12:4 – “En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; más sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera”.
Aunque el Señor hiera con locura, con pánico y con ceguera a los que asedien la cuidad, con todo así, abrirá sus ojos sobre la casa de Judá.
Zacarías 12:5 – “Y los capitanes de Judá dirán en su corazón; Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios”.
Después que los pecadores sean quitados de su medio por la obra del Juicio de los vivos, entonces los capitanes de Judá se darán cuenta que su fuerza depende de los piadosos habitantes de Jerusalén y del Señor su Dios, es entonces cuando ellos serán fuertes.Veamos lo que dice el próximo versículo a este respecto:
Zacarías 12:6 – “En aquel día pondré los capitanes de Judá como un brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra todos los pueblos alrededor: y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén”.
No importa lo que nosotros pensemos, Dios ha de tener un pueblo fuerte, un pueblo fiel, de la misma clase que aquí se describe: y Jerusalén será habitada por un pueblo santo, ni un sólo pecador entre ellos. Puesto que el antitípico profeta Elías, quien aparece justo antes del Día de Jehová Grande y Terrible, justo antes del Día de Juicio para los Vivientes, él encuentra la iglesia controlada por el diablo tan plenamente como la Iglesia Judía en el día de Cristo, y como los santos, las primicias, han de rescatarse uno por uno, El al principio envía pescadores para atraparlos y después envía a cazadores para cazarlos (Jeremías 16:16). En esta forma los recoge uno por uno (Isaías 27:12, 13). Y así es hoy — se pescan por esta literatura gratuita, y están cazándose por hombres en sus mismas casas, estén en las ciudades, aldeas, o paisaje.
Zacarías 12:7 – “Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá”.
El salvará primero las tiendas (los habitantes humildes más bien que las casas o palacios) de Judá, es decir el Señor salvará primero al pueblo común, los laicos para que el ministerio no pueda exaltarse de las Escrituras por encima de los laicos, para que todos aprendan a dar la gloria a Dios, a ningún hombre.
Desde que ninguna cosa como la que predicen estos versículos han tenido lugar en Jerusalén ni en ninguna parte del mundo, es claro que estas predicciones aun no han tenido su cumplimiento. Encontremos ahora si tienen que ser cumplidas en nuestro tiempo o más adelante.
Desde que la obra que estamos haciendo no está patrocinada por ningún hombre, y desde que Dios nos ha guiado por todo el camino tan definitivamente como El guió al movimiento del éxodo, y que pulgada tras pulgada hoy estamos caminando como la Providencia lo dirige; y desde que somos el único pueblo que tiene el mensaje del restablecimiento de la casa de David, y de la restauración de “todas las cosas” (Marcos 9:12) y por lo tanto llamados Davidianos, no se puede escapar la conclusión de que el tiempo del cumplimiento de estas profecías están a la puerta, y por esta razón los anuncios de estos eventos se están promulgando por todo el mundo adventista.
Está claro entonces, que todo lo que Dios tiene que decir en este capítulo es para nuestro entendimiento y para nuestras necesidades especiales hoy día. Es una comunicación especialmente dirigida a nosotros en este tiempo preciso, para que sepamos lo que El quiere que nosotros hagamos y como hacerlo para que todas las cosas sean restauradas rápidamente.
Demos ahora lectura al texto de nuestro estudio.
Zacarías 12:8 – “En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén: y el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos.
Además de darnos la seguridad de que el Señor defenderá a Su pueblo, la Inspiración les asemeja a David, y a Dios. Aun los débiles “serán como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos”. ¡Que declaración tan grande y maravillosa! ¡Que privilegio para ser comparado a Dios mismo!
Ahora para saber lo que significa ser “como David” hay que saber que clase de persona era el antiguo David.
Para comenzar, él fue un pastor de primera clase porque aun arriesgaba su propia vida por sus ovejas. Recuerdan que para salvar los corderos cuán valientemente fue tras el león y el oso y los mató con sus meras manos. Después en otra ocasión, para salvar la independencia de su nación y el gran honor de Dios, otra vez arriesgó su vida cuando valientemente hizo frente al gigante Goliat. Por la fidelidad de David, Dios lo libertó de las bestias y del gigante, y ¡le hizo rey sobre su pueblo!
La fidelidad de una persona en las cosas pequeñas indica también su fidelidad en las cosas grandes. La fidelidad siempre acarrea la promoción. Así que para ser como David, es preciso ser fiel, digno de confianza, y celoso por el Reino de Dios como lo fue el David de la antigüedad.
Ahora, para que sepamos lo que significa ser “como Dios”, debemos estudiar como es Dios. Comenzaremos con que El no solamente creó y llenó la tierra de todas las cosas buenas para sus criaturas, sino que El también plantó un jardín (hogar) para el hombre. Así El hizo una casa modelo para todos los seres humanos que iban a vivir desde entonces en adelante. Enseñó a Adán como cuidar de su casa y como cultivar su jardín. El le enseñó como hablar y como discernir entre la naturaleza de una bestia y otro, y nombrarlos debidamente. Dios dotó al hombre de conocimiento y vida para que tuviera felicidad a la vez que era útil al hacer el mundo lo que debiera ser. Y aun después de que la pareja santa cayó en pecado Dios continuó tan interesado en ellos como lo estaba antes - y tanto fue así en efecto, inmediatamente comenzó a enseñarles como ellos podían redimirse y volver a su eterno hogar. Desde ese día hasta el presente El ha continuado enseñando a la familia humana.
Para hacer esta obra salvadora Dios envió el Espíritu de Verdad, envió a profetas y ángeles - El mandó también a su Hijo único — todos maestros de redención. El mismo descendió al Sinaí y aunque mataron a casi todos Sus siervos, incluso Su Hijo, con todo su interés eterno en la especie humana ha seguido hasta este día. No obstante nuestras faltas, Su promesa para llevarnos de nuevo al Edén allá para vivir con El si nos arrepentimos, queda tan segura y constante como el sol.
Ahora ven como es Dios, y si nosotros hemos de ser “como Dios” entonces tenemos que ser como El es. Esto quiere decir que debemos estar tan interesados unos en otros y en el progreso de su Reino como El está interesado en ello. Tenemos que ser tan desinteresados como El lo es. Gustosamente debemos enseñar a otros todo lo que El nos ha enseñado a nosotros. Debemos hacer todo lo que podamos para mejorar las condiciones de la vida de otros. Hemos de hacer el mundo mejor que pudiera ser si nosotros no estuviéramos en ello. En la semana de la creación Dios hizo Su parte. Ahora hemos de hacer nuestra parte de la creación si hemos de ser como Dios.
Cualquiera que sea la buena cosa que tengamos - ya sea oficio o alguna otra cosa que valga la pena tener - hemos de ser fieles en ella y anhelosos para enseñar a otros así como El tiene deseos de enseñarnos a nosotros. Si descuidamos este deber, no sólo fracasaremos en ser como Dios, sino que hasta seremos requeridos de dar una cuenta de la negligencia nuestra.
Durante toda mi vida yo he encontrado a la gente muy egoísta y temerosa de que algún otro le aventaje en una forma u otra.
Cuando yo estaba aprendiendo mi oficio, con frecuencia tenía necesidad de hacer preguntas, pero algunos con quienes yo trabajaba evitaban mis preguntas. No obstante, su egoísmo no me impidió aprender lo que yo necesitaba saber. Yo aprendí en alguna otra manera. Esos hombres, sin embargo, no profesaban ser avanzados en su vida Cristiana como nosotros profesamos ser, y por esta razón su celo y egoísmo puede atribuirse sólo a su ignorancia. Pero nosotros que sabemos mejor, debemos procurar impartir nuestro conocimiento a tantos como podamos, sin esperar remuneración por esto excepto el éxito de ellos en esta vida. Dios mismo nos recompensará. Pero si tratamos de guardar nuestros conocimientos para nosotros mismos, con seguridad seremos perdedores. Pensemos en que todo lo que sabemos es un don de Dios. ¿Qué haremos con él? El antiguo proverbio dice: “No hay límite a la cantidad de bien que uno pueda hacer cuando no se preocupa por quien sea el que obtenga el crédito”.
El Señor enseñó a los pájaros como vivir y fabricar sus nidos y como criar a sus polluelos. Entonces ¿no enseñaremos a otros cómo fabricar sus casas y cómo mejorar su manera de vivir? Recuerdan lo que Jesús dijo, “y cualquiera que diere a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa”. Mateo 10:42.
Si Dios no fuera lo que es, El no sería Dios; y si nosotros continuamos siendo lo que siempre somos, nunca seremos “como Dios “.
La casa de David, además, tiene que ser “como el ángel del Señor ante ellos”. ¿Qué significa esto? - significa que si nosotros hemos de ser miembros de la casa de David, tenemos que ser como David, como Dios, y como los ángeles también. Los ángeles son poderosos en fortaleza; obedecen los mandatos de Dios; obedecen la voz de su Palabra (Salmos 103:20). Están siempre a la mano para ministrar a los santos, y ellos han guiado con seguridad a los santos en todos sus conflictos a través de las edades. Dios espera que su Iglesia y su pueblo sean exactamente como esto - “como el ángel del Señor”. Observemos que nosotros como individuos elijamos ser, con todo Dios tendrá una Iglesia que será de esta manera.
Ahora ¿Cuál es el propósito general de la casa de David?. Según lo revelan las Escrituras, la casa de David está siendo construida con tres propósitos: (1) durante el recogimiento del pueblo, ella ha de “edificar las ruinas antiguas” y levantar los asolamientos primeros: “reparar las ciudades, y los asolamientos de muchas generaciones”, Isaías 61:4. Esta obra de reconstruir y restaurar tiene como su tipo el reconstruir y restaurar la antigua Jerusalén por los antiguos Judíos al regresar de su cautividad de Babilonia a la Tierra de sus padres. Así como ellos habían de reparar las ruinas, los asolamientos primeros - el templo del Señor, los muros de la ciudad - y restablecer la adoración de Dios de acuerdo con su divina voluntad, de esta misma manera, nosotros somos llamados para hacer una obra semejante, solamente que en una proporción y alcance mucho mayor. Debemos pues trabajar aun más incesantemente que ellos trabajaron, y ser felices y agradecidos por el privilegio de tener parte en tal obra tan grande y gloriosa.
(2) En adición a esta magna y grande obra, mientras se halla en las manos de Dios, como su martillo (Jeremías 51:20) El con ello, ha de quebrantar el yugo de los gentiles, que ahora descansa sobre el hombro del pueblo de Dios.
Con ello El ha de emancipar al pueblo de Dios del gobierno de los Gentiles: “El de Assur, y de Egipto, y de Parthia, y de Etiopia, y de Persia, y de Caldea, y de Amath, y de las Islas de la mar....., (Isaías 11:11) “Con esto que levantará pendón a las naciones”, y “juntar a los desterrados de Israel, y reunir a los esparcidos de Judá de los cuatro cantones de la tierra”, (Isaías 11: 12). Para realizar esta obra hemos de ser los “muchos pescadores”, primero, luego los “muchos cazadores” (Jeremías 16:16). De esta manera los primeros frutos han de ser recogidos, “uno por uno”. (Isaías 27:12). Estamos ahora en los días de la caza — yendo de ciudad a ciudad, de aldea a aldea, y de puerta a puerta, una cosa que nunca se ha hecho antes. Además de pescar y cazar hemos de hacer un camino real “para las reliquias de su pueblo, las que quedarán [después que sean recogidas las primicias] de Assur, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto”. (Isaías 11:16). Después que se termine esta caza y se construya este camino real, entonces es cuando los segundos frutos fluyen al monte de la casa del Señor. Una nación, por así decirlo, dirá a otra nación, “Muchas naciones vendrán y dirán: "Venid, subamos al monte de Jehová y a la casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros caminemos por sus sendas”. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”. (Miqueas 4:2).
Así nuestra obra tiene también por tipo el movimiento del Éxodo saliendo de Egipto para establecerse en la Tierra Prometida. Así como ellos fueron liberados de la esclavitud de Egipto, así nosotros nos veremos liberados del yugo del mundo; y así como ellos poseyeron la tierra y establecieron el Reino, así lo haremos también nosotros si nos servimos de sus experiencias como peldaños para nuestro éxito.
(3) Finalmente, debemos apresurar “la venida del día de Dios, en el cual los cielos siendo encendidos {serán deshechos, y los elementos siendo quemados, se fundirán. Tenemos que traer “cielos nuevos y tierra nueva, según sus promesas, en los cuales mora la justicia”. (2ª Pedro 3:12, 13).
Para otra fase de esta obra, tenemos también el diluvio como tipo. Así como la predicación de Noé trajo el fin del mundo en su día, así nuestra predicación traerá el fin del mundo en nuestro día. Y de la manera como los que fueron fieles encontraron refugio en el arca de Noé, así los que sean fieles hoy día encontrarán refugio en el Reino (la iglesia purificada) allí predicho.
La obra de estos tres movimientos - de Zacarías, de Moisés, y de Noé - es tipo de cada fase de nuestra obra.
Aquí se ve claramente que nuestra obra dada por Dios no consiste solamente en predicar, sino que también es una obra manual. Hay miles en el mundo que se sienten ansiosos por predicar así como los osos se sienten ansiosos de llenar sus estómagos después que salen del invernadero, pero hay muy pocos que ponen su hombro a la rueda y son constantes en dar impulso al trabajo.
Lo que el mundo necesita hoy, no son predicadores, sino maestros quienes pueden enseñar con una mano y emplear el pico o pala con la otra mano. Tampoco necesita el mundo hombres que acechen las oficinas de Moisés y de Aarón, sino que hay una tremenda necesidad de los hombres que puedan recibir órdenes y ejecutarlas fielmente con éxito, hombres que se atrevan a hacer frente al gigante, al león, al oso. Hombres que se atrevan ser héroes por Dios, “Hombres maravillosos”, hombres con fe que no falla y con paciencia sin límite, creyendo que Dios mismo está dirigiendo la tripulación, y, por lo tanto, no puede haber fracaso. El mundo ciertamente necesita hombres como Noé, Moisés, David, Esdras, Nehemías, y un gran número de Jobs.
Nuestra obra y deber están ahora tan bien claros como lo pueden estar en este tiempo especial. Por lo tanto, no necesitamos errar. No necesitamos estar ignorantes de lo que debemos hacer y como hacerlo.
Muchos piensan honestamente que están haciendo la obra de Dios, o por lo menos ayudándola. Pero si examinan su obra diaria, sus móviles, sus blancos y designios, algunos encontrarán que no están trabajando para Dios, sino que ellos están malgastando el tiempo o trabajando por sí mismos. Actualmente, como en el tiempo de Moisés, hay ocasiones cuando uno se confunde por saber si son santos o diablos los que están ocupados en la gran obra de Dios. Deténganse, escuchen y piensen. Examínense. Bien valdrá su tiempo y su energía. Determinen quienes son, lo que son y donde están.
Esdras y Nehemías tuvieron un tiempo arduo en edificar las antiguas devastaciones. Yo creo que Dios pudiera darles ángeles para alejar a sus enemigos que estaban obstaculizando su proyecto. Pero eligió permitir que los fieles tuvieran la espada en una mano y los ladrillos en la otra mano (Nehemías 4:17, 18). Fue su obra tan ardua sino más dura como la nuestra, pero fueron fieles a ella, y nosotros no podemos ser menos fieles que ellos lo fueron. Si, trabajaron tanto con sus manos que predicando. Enseñaron no sólo la religión sino también la construcción. ¿No ven que como el tipo señala las cosas a que somos llamados a hacer no pueden ser hechas por medio de la predicación solamente? Leamos ahora -
Zacarías 12:9, 10 – “Y será que en aquel día yo procuraré destruir todas las naciones que vinieren contra de Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mi, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”.
Cuando Dios comience a destruir las naciones, derramará sobre sus santos el Espíritu de su gracia, entonces ellos se lamentarán en sinceridad por haber pecado contra el Señor. Es porque los hombres no tienen aquel Espíritu y es por eso que ellos se sienten fácilmente lastimados por cualquier cosa hecha contra ellos. Y desde que el Espíritu de gracia causa que uno se lamente no por sí mismo, es comprensible que el compadecerse a sí mismo, y lastimarse sobre lo que otros hacen o dicen en contra de él es cierta señal que en lugar de ser imbuido del Espíritu de gracia, está imbuido con el espíritu del diablo, del yo, quien está diariamente buscando para desalentar y desanimar por comprenderse a si mismo. Recuerdan que la autocompasión es plena derrota personal. Ninguno de nosotros ha sido tratado con tanto abuso como el Señor, y no obstante, ni aun así el “yo” en El salió lastimado.
Si hemos de estar tristes, estemos tristes por otros. Muchas veces creemos que estamos tristes por nuestros pecados y porque hemos sido la causa de los sufrimientos del Señor y de su crucifixión, pero nuestro pesar no es genuino, sino teórico. Cuando este espíritu de gracia sea derramado sobre nosotros, entonces, nos daremos cuenta que no fueron los pecados de los Judíos, sino los pecados de todos nosotros que crucificaron a Cristo. Entonces lo consideremos como un privilegio ser maltratados por causa de Cristo.
Zacarías 12:11-14 – “En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimon en el valle de Meguido. Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por si, y sus mujeres por si; los descendientes de la casa de Natán por si, y sus mujeres por si, los descendientes de Simei por si, y sus mujeres por si”.
Un gran día viene, Hermano, Hermana. Y si no fuera porque ya está a la mano, nosotros no tendríamos hoy día esta luz iluminando nuestro camino. Trabajemos pues para edificar el reino del Señor y que su voluntad sea hecha “en la tierra así como es hecha en los cielos”. Como precursores que somos de su Reino, probemos nosotros mismos ser dignos de estar con El en el Monte de Sion, para ser “como Dios, como el ángel del Señor ante” los santos, llevando el evangelio eterno a todas las naciones, y así de esta manera poner fin a los pecados y aflicciones en el mundo.