MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA
Nuestra Dependencia está en Dios
Leeré de Palabras de Vida del Gran Maestro, página 43 comenzando con el último párrafo:
“La parábola de la semilla revela que Dios obra en la naturaleza. La semilla tiene en sí un principio germinativo, un principio que Dios mismo ha implantado; y, sin embargo, si se abandonara la semilla a sí misma, no tendría poder para brotar. El hombre tiene una parte que realizar para promover el crecimiento del grano. Debe preparar y abonar el terreno y arrojar en él la simiente. Debe arar el campo. Pero hay un punto más allá del cual nada puede hacer. No hay fuerza ni sabiduría humana que pueda hacer brotar de la semilla la planta viva. Después de emplear sus esfuerzos hasta el límite máximo, el hombre debe depender aún de Aquel que ha unido la siembra a la cosecha con eslabones maravillosos de su propio poder omnipotente”.
Nos arrodillaremos y pediremos sabiduría, habilidad, y buen juicio en plantar las semillas de Verdad, y saber que más allá de esto nosotros no podemos hacer nada. El Omnipotente en quien vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser hace el resto.
EL DECRETO DE LA VERDAD EN LA TIERRA ES EL DECRETO EN EL CIELO
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 28 DE FEBRERO DE 1948
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Nuestro texto está en el capítulo dieciséis de Mateo. Comenzaré con los versículos 13 y 14.
Mateo 16:13, 14 – “Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas”.
Aquí Jesús hace una pregunta vital: ¿Quién piensan los hombres que soy yo? La respuesta que se le dio revela la ignorancia del pueblo, porque parece que ellos deberían saber que Cristo no podría haber sido Juan el Bautista; seguramente ellos debían saber que Juan le había bautizado al comienzo de su ministerio. Además, Jesús estaba predicando aún antes que Juan fuera degollado.
Mateo 16:15, 16 – “El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Los mismos discípulos parecen haber estado inciertos en cuanto a quien era Jesús. Sólo Pedro sin titubear un momento replicó, “Tú eres el Hijo del Dios viviente”.
Mateo 16:17 – “Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.
Pedro recibió la bendición porque a él fue a quien el Padre había revelado su Hijo, porque él había sido impresionado por el Espíritu de la Verdad sagrada, y porque él libremente había hablado la Verdad. Habiendo sido dotado con este don para su crédito, a Pedro se le dijo:
Mateo 16:18 – “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
Las palabras “tú” y “esta” comprenden dos objetos – Pedro y la verdad que él expresó. El nombre “Pedro” en Griego significa “piedra”. Y lo que Jesús realmente estaba diciendo no era nombrar el hombre, sino por el contrario estaba diciéndole que él era seleccionado para ser una de las piedras en la estructura espiritual - la iglesia. Pero “Sobre esta roca [no en la piedra] edificaré mi iglesia”, Jesús declaró. ¿En cuál roca? – Obviamente en la roca sólida de la Verdad, la verdad que Pedro expresó – la verdad que Jesucristo es el “Hijo de Dios”.
Luego Jesús hizo saber que las puertas del infierno no prevalecerían contra la Verdad, que las puertas no pueden mantener dentro del infierno (en la tumba) aún los muertos en Cristo, que ellos, también, serán una parte de la iglesia viviente, la iglesia que está sobre la sólida Roca de Verdad.
Mateo 16:19 – “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”.
Jesús aquí declara que Pedro viene a ser la figura, el tipo, de todos los que declaran verdades Divinamente reveladas. A ellos, como a Pedro, se les dan las llaves del Reino; eso es, los promulgadores de la Verdad Inspirada son autorizados para ligar y para desatar por el poder de la Verdad. Lo que atan en la tierra es reconocido en el cielo. Elías ató que habría hambre por tres años y medio, y así fue. El dijo, “a Acab … no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”. 1ª Reyes 17:1.
Mateo 16:20 – “Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo”.
Puesto que el pueblo no sabía que Jesús era el Hijo del Dios viviente, Jesús se dio cuenta que para decírselos terminantemente, solamente los haría mas prejuiciados. El, por consiguiente, encargó a los apóstoles hacer lo mismo que lo que se nos encarga a nosotros hacer hoy. No digamos terminantemente: “Nosotros tenemos la Verdad, el mensaje de la Hora Undécima”. En lugar debemos enseñar las verdades de la Biblia Divinamente inspiradas, dando así a nuestros oyentes la oportunidad de sacar sus propias conclusiones, de establecer sus propias mentes. Si ellos son escudriñadores honestos de la Verdad, el Padre mismo revelará en sus corazones que este es el mensaje de la hora undécima.
No debemos por lo tanto hablar claramente de toda la importancia de la Verdad de Dios. Debemos usar buen juicio y tacto. Debemos sembrar la semilla en terreno bien preparado si esperamos la bendición de Dios, si esperamos que su lluvia y luz del sol la haga germinar y llevar fruto. Si la semilla no es sembrada lo suficientemente profundo, la planta se secará a la salida del sol; si meramente dejamos caer la semilla encima de la tierra, los pájaros la recogerán.
Mateo 16:21-23 – “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
Aquí es magnificada la verdad mencionada. Lo que Pedro atara o desatara en la tierra era aceptado en el Cielo sólo cuando era hecho por los medios de la Verdad Divinamente revelada. Cuando hablaba de sus propios impulsos y sentimientos, Pedro fue rigurosamente reprendido, y claramente se le dijo que sus sugerencias no eran la Verdad, sino que eran incitadas por Satanás. Por lo tanto es claro que los seguidores de Cristo pueden atar o desatar solamente con las llaves de la Verdad. Deben darse cuenta que únicamente la Verdad da libre curso a las puertas del Cielo.
Finalmente, si tenemos la Verdad del Cielo para la hora, como la tenía Pedro en sus días, entonces tenemos las llaves del Cielo y con ella podemos atar o desatar – las decisiones de la Verdad en la tierra son las decisiones en el Cielo.
Mateo 16:24 – “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Este versículo implica que el interés de Pedro era más por su propia vida que por la vida de Jesús, porque Pedro sabía que si Jesús fuera muerto, entonces su propia vida estaría en riesgo. Por esto se le dijo a Pedro que si algún hombre seguiría a Jesús, él, también, voluntariamente consentiría llevar su cruz si la Verdad así lo ordena. Los Apóstoles, se nos dice, hicieron esto, y fueron fieles hasta la muerte.
Mateo 16:25-27 – “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Aquí se les dice a los seguidores de Cristo no rehuir la orden de la Verdad aunque se les requiera rendir su propia vida, porque perdiendo así sus vidas en realidad la estarán salvando para la eternidad – se levantarán en la resurrección de los justos. Pero si ellos se apartan de la Verdad para aplacar los enemigos de la Verdad, y salvar así su vida temporal finalmente resultará en su muerte, la muerte de la cual no hay resurrección.
Me interesaría saber si el Apóstol Pedro fue al primero que se le dio las Llaves del Cielo, o si otros tuvieron las Llaves antes de él. Puesto que la Verdad Presente se les encargó a un individuo es las Llaves del Cielo, y puesto que sus enseñanzas atan y desatan cosas en la tierra y es así sancionada en el Cielo, entonces otros deben haber tenido las Llaves antes que le fueran pasadas a Pedro, porque la tierra, la iglesia, y la Verdad revelada del Cielo existieron antes del tiempo de Pedro.
Tomemos por ejemplo a Noé. El declaró que iba a haber un diluvio, todo fuera del arca que él estaba construyendo perecería, y que todo lo que entrara en ella viviría. Entonces el hecho que el Cielo envió el diluvio inmediatamente después que Noé. lo predicó es prueba en sí que lo que Noé ató en la tierra fue atado en el Cielo también. Pedro, vemos, no fue al primero que se le dieron las Llaves del Cielo.
Después de Noé, veremos que las Llaves fueron pasadas a Abraham; puesto que lo que era atado o desatado en la tierra tenía que ser atado o desatado en el Cielo, los tres mensajeros del cielo consultaron a Abraham concerniente a la destrucción de Sodoma y Gomorra. Fue convenido que si habían diez personas justas en la ciudad donde Lot vivía ellos no la destruirían. Y así fue. Lógicamente, después de Abraham las Llaves deben haber sido pasadas a Isaac; Isaac mandó que Jacob recibiría las bendiciones prometidas aunque por derecho de nacimiento eran de Esaú. Y no obstante el hecho que Jacob obtuvo las bendiciones prometidas por un fraude, con todo el Cielo sancionó lo que Isaac ató en la tierra – Jacob vino a ser el progenitor de Cristo.
Así es como por medio de la línea de Jacob vino el Señor, y así es como los descendientes de Jacob heredaron la Tierra Prometida. Teniendo en posesión las Llaves del Reino de los Cielos, Jacob en las últimas horas de su vida mandó que la primogenitura de Manases fuera dada a Efraín; José protestó a esto esforzándose para persuadir a su padre para que pusiera su mano derecha sobre la cabeza de Manasés (Génesis 48:17-19), pero lo que Jacob ató en la tierra fue atado en el Cielo, porque años mas tarde, después de la muerte de Salomón, la tribu de Efraín, no la de Manasés, gobernó el reino de Israel. Vemos, entonces, que lo que Jacob ató en la tierra fue también atado en el Cielo.
Contemporáneamente con Jacob, José por interpretación del sueño de Faraón ató que habría siete años de abundancia y siete años de hambre. Así fue que el decreto de José fue llevado (atado) por el Cielo.
Y Moisés dijo, “Si como mueren todos los hombres murieren éstos, o si ellos al ser visitados siguen la suerte de todos los hombres, Jehová no me envió. Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová”. Números 16:29, 30.
El decreto de Moisés fue atado en el Cielo, porque “abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes”. Números 16:32.
Las Llaves del Reino vemos, pasaron de una generación a la otra – de los Patriarcas a los Profetas, a los Apóstoles, y así hasta nuestros días. Por ejemplo, hace como sesenta años la fundadora de la Denominación Adventista del Séptimo Día declaró que la Conferencia General no era más la más alta autoridad del Cielo en la tierra (Boletín de la Conferencia General, 34. Sesión, Volumen 4, Extra # 1, Abril 3, 1901, página 25, Columnas 1 y 2). Y así fue que cuando llegó el tiempo para que el mensaje adicional (el que le da poder y vigor al Mensaje del Tercer Ángel – Primeros Escritos, página 277) fuera proclamado a la iglesia, vino, no por medio de la Conferencia General sino por medio de un laico. Esto es prueba positiva que las Llaves que se le confirieron a Pedro están obrando hoy.
Claramente, entonces, las Llaves del Reino de los Cielos están en las manos de los que tienen la Verdad para hoy. Consecuentemente tan claro como el Cielo lo puede hacer, la Verdad hace claro que las Llaves del Reino de los Cielos hoy han pasado de las manos de la Conferencia General a las manos de la Asociación General de los Davidianos Adventistas del Séptimo Día, tan ciertamente como pasaron del Sanedrín a Pedro en los días del primer Advenimiento de Cristo. Así es que el decreto de la Verdad en la tierra hoy es el decreto en el Cielo.