Las señales de la Segunda Venida de Cristo, o las señales del Reino ¿Cuáles?

La Única Paz de Mente

LAS SEÑALES DE LA VENIDA DE CRISTO

LAS SEÑALES DEL REINO ¿CUALES?  

 
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 22 DE ENERO DE 1949
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS 

   Nosotros como estudiantes y maestros del evangelio por años hemos vivido sumamente en las señales de la segunda venida de Cristo, pero no del todo en las señales del Reino. Como resultado de esto, el Cristianismo teóricamente ha mezclado las señales del Reino con las señales del segundo Advenimiento. 

   Algo similar a esto es lo que los antiguos Judíos hicieron cuando estaban esperando la primera aparición del Mesías. De acuerdo a su comprensión privada estudiaron profundamente las señales de la restauración del Reino, pero no tanto las señales de la venida del Mesías. Así fue que cuando se les dijo que el Mesías había venido pero no el tiempo para restaurar el Reino, los lideres de los Judíos, tomaron por concesión que su interpretación privada (no inspirada) de las Escrituras era infalible, rechazaron el mensaje de ese tiempo. Luego en un intento para salvaguardar su influencia sobre el pueblo común y para subyugarlos a su manera de pensar, crucificaron al Señor, su Salvador y Rey como también mataron a los profetas que fueron antes de él. Su insistencia que el Reino sería restaurado en su tiempo, no les benefició.

    El hecho mismo que la Cristiandad está dividida y confundida, uno creyendo una cosa y el otro algo mas, es en sí evidencia suficiente que además de estar en total oscuridad de las señales del Reino por la interpretación privada de las Escrituras, la Cristiandad debe estar en tinieblas de muchas otras cosas también. En tal estado de confusión de fe, la Cristiandad definitivamente no es mas guiada por el Espíritu de Verdad, que lo que fueron los rebeldes Judíos. La experiencia pasada enseña, de cualquier modo, que tratar de convencer a la multitud de este hecho sería una tarea tan formidable como convencer a los Judíos aun en este tiempo que Cristo es el Mesías que había de venir. La dificultad, por supuesto, descansa en el hecho que difícilmente un teólogo permite la posibilidad que su entendimiento de la Biblia podría estar al menos en una medida errónea, y que la Inspiración podría casi en cualquier momento manifestarse de nuevo, desarrollar el rollo y traer Verdad oportuna, “alimento en la estación”, y exponer así su mezcla de la así llamada verdad. 

   Ahora con todo respeto y sinceridad, por la autoridad de las Escrituras y por la virtud de los hechos ante mí, digo que sería más fácil que una gallina encontrara su gallo en la oscuridad de la noche que para una mente no inspirada revelar las profecías y las parábolas. La diferencia entre las dos es que la gallina se da cuenta de la ineficacia de tratar de encontrar su gallo después de la puesta del sol, pero el hombre obstinado no se da cuenta que no puede revelar la Verdad a su propia voluntad y sin luz de lo alto. 

 

  Como Cristianos obviamente hemos fracasado en notar que si las cosas secretas de Dios no importa cuan simples, habían de ser abiertas en cualquier tiempo por alguien, la Inspiración nunca en primer lugar las habría ocultado en símbolos y parábolas. El Cristianismo todavía está ciego al hecho que intentar romper los misterios de Dios sería intentar frustrar sus propósitos; si, tratar de romper el código Divino, es tratar lo imposible. Por ejemplo, aun cuando vino el tiempo para que el libro sellado con siete sellos fuera abierto (Apocalipsis 4 y 5), nadie en el cielo o en la tierra podía hacerlo, sino sólo “el león de la tribu de Judá” podía desatar los sellos y mirar las cosas que después le fueron mostradas a Juan, el Revelador. Y aunque Juan las escribió, él mismo no las pudo explicar antes de tiempo. ¿Entonces cómo podemos hacerlo nosotros antes de tiempo y sin la Inspiración del mismo Espíritu que las dictó? La Palabra de Dios claramente amonesta: 

   2ª Pedro 1:19-21 – “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. 

   Nadie, dicen las Escrituras, puede privadamente (sin Inspiración) revelar las profecías, porque, dice el Apóstol, como la profecía no vino por esfuerzo privado  – no por voluntad de hombres, sino por los santos hombres y el Espíritu –  tampoco puede ser de interpretación privada, sino únicamente por santos hombres guiados por el Espíritu Santo. Además, aun que la profecía es así interpretada, sólo a los justos (los penitentes) es dado el don de entenderla (Daniel 12:10).

   Puesto que nosotros como pueblo conocemos algunas de las señales de la segunda venida de Cristo, y ninguna de las señales del Reino, ahora deberíamos de concentrarnos en las señales del Reino. 

   Mateo 13:24-30 – “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. 

   

   La parábola del Reino, notamos, contiene tres períodos de tiempo: Primero, el período de sembrar la semilla – el tiempo del ministerio de Cristo; segundo, el período de crecimiento – el tiempo desde la ascensión de Cristo hasta la cosecha; tercero, el tiempo de la cosecha – un corto período de tiempo “al fin del mundo” (Mateo 13:49), el período en que la tierra es iluminada con la gloria del ángel (Apocalipsis 18:1), y en que todo el pueblo de Dios es llamado a salir de Babilonia (Apocalipsis 18:4). Entonces los que no respondieron a esta llamada de reunión clamarán: “Pasóse la siega, acabóse el verano, y nosotros no hemos sido salvos” (Jeremías 8:20). La “cosecha”, por lo tanto, es “el fin del mundo” (Mateo 13:49). Comienza en la iglesia y termina en Babilonia. 

   La obra de la cosecha, obviamente, es sinónima del Juicio que decide quien es la cizaña y quien es el trigo – quienes serán quemados y destruidos como malezas perniciosas, y quienes son como precioso trigo para ser admitido en el “alfolí”, el Reino. Así es que el Juicio es la purificación del Santuario (Daniel 8:14), “la casa de Dios”, el templo al cual el Señor vendrá súbitamente y purificará sus siervos, los Levitas. Aquí está la manera como la escritura describe esta última. 

    Malaquías 3:1-3, 5 – “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia … Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos”. testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos”. 

  ¿Cuánta producción de frutos dará la cosecha? Si los 144.000 son “las primicias” (Apocalipsis 14:4), entonces debe haber “segundos frutos”, porque donde no hay segundos no puede haber primeros. La palabra “primicias” absolutamente necesita segundos frutos. 

   ¿De dónde vienen los primeros frutos, y de dónde vienen los segundos frutos? Claramente se nos dice que los primeros frutos son Israelitas – de todas las doce tribus de Israel (Apocalipsis 7:4-8). Israel ciertamente representa la membresía de la iglesia al tiempo que son sellados; el título “Israel” no puede interpretarse que significa el mundo. Los primeros frutos, por consiguiente, son cosechados de la iglesia en el tiempo que comienza la separación. La palabra “sellados” significa ser puestos en un lugar seguro – sellado. Esto es exactamente lo que el apóstol Pedro dice: 

   1ª Pedro 4:17-18 – “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?”. 

  Ahora, entonces, si el Juicio comienza primero en la “casa de Dios”, en la iglesia, entonces terminará en el mundo, fuera de los círculos de la iglesia. La parábola de la “red”y la Revelación de Juan muy breve y concisamente traen esta verdad aun mejor a la superficie.

   Mateo 13:47-50 – “Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”. 

   Claramente, la red representa la iglesia del evangelio la cual agarra ambos hipócritas y santos. En efecto, en el tiempo de la cosecha de los primeros frutos (el Juicio “en la casa de Dios”) “al fin del mundo” (Mateo 13:49), los ángeles separan los impíos de entre los justos, no los justos de entre los impíos. Pero en la cosecha de los segundo frutos (el Juicio en el mundo) la separación es invertida: los justos son sacados de entre los impíos, no los impíos de entre los justos, así dice el Apocalipsis: “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:4). Claramente, el Juicio “en la casa de Dios” es la cosecha en que los hipócritas como “cizaña” son quemados, pero como “pescado” malo es echado fuera. En el Juicio en Babilonia (en el mundo), no los malos, sino los buenos son tomados y traídos a la casa de Dios purificada donde no hay pecado ni pecadores, y donde no hay peligro de las plagas. Esta misma verdad concerniente a la casa de Dios nuevamente viene a nosotros en estas palabras: 

   Isaías 66:15-16, 19-20 – “Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados … Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová”. 

   De nuevo vemos aquí que los que escapan la matanza del Señor “en la casa de Dios” (obviamente los primeros frutos, “los siervos de Dios”), son enviados a las naciones que no conocen a Dios, y de allí traerán a todos sus hermanos (los segundos frutos) a la casa de Dios purificada donde no hay pecado ni pecadores, y por lo tanto donde las plagas de Babilonia no caen. 

   Ahora hemos visto positivamente que hay primeros y segundos frutos: unos de la iglesia – los 144.000 hijos de Jacob; y unos de todas las naciones – la gran multitud que ninguno podía contar (Apocalipsis 7:9).

   ¿Quién reúne los primeros frutos si los primeros frutos reúnen los segundos frutos? – encontraremos nuestra respuesta leyendo –                   

   Apocalipsis 14:14-19 – “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios”. 

   Aquí se nos dice de nuevo que hay dos cosechas, una por el Hijo del Hombre, y otra por un ángel. La cosecha del Hijo del Hombre precede la cosecha del ángel. El “Hijo del Hombre”, por consiguiente, reúne los primeros frutos, y el ángel reúne los segundos frutos (Las viñas, no las uvas completamente maduras, son arrojadas al lagar.). El Hijo del Hombre obviamente cosecha los primeros frutos porque sus siervos (figurativamente el ángel de la iglesia de Laodicea) no está en condiciones para hacer semejante obra, porque el mismo es “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”, y no lo sabe (Apocalipsis 3:14-18).

Mirando hasta este mismísimo tiempo, el Espíritu de Profecía en el tiempo de Isaías dijo: 

  Isaías 63:5 – “Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira”. 

Aquí notamos que cuando el tiempo vino no había ni siquiera uno entre sus siervos “que sustentase” la obra de la cosecha, y consecuentemente el Señor mismo hizo la obra sin ellos. 

   Para la segunda cosecha, de alguna manera, él usa sus “siervos” sin engaño en sus bocas, los “primeros frutos”, los 144.000, como es prefigurado por el ángel con la hoz aguda (Apocalipsis 14:17-18). Y así como hay dos frutos y dos cosechas de dos lugares diferentes, la iglesia y el mundo, hay, como se mostró antes, también dos maneras de cosechar: en la primera los malos son echados fuera de entre los buenos, y en la última los buenos son llamados a salir de entre los malos. 

   Estas son algunas de las señales y eventos que preceden al Reino de gloria, la segunda venida de Cristo. Luego, también, hay otras señales, la primera de las cuales se ve de la parábola de Mateo 25. 

 

   Mateo 25:1-12 – “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas,salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”. 

   En esta parábola se ve que la iglesia es comparada a diez vírgenes, cinco de las cuales no se benefician a sí mismas del aceite extra – Verdad especial para este tiempo, es decir, estas cinco no dan atención a la verdad del Juicio de los Vivos, la separación o purificación de la iglesia. Cuando se oye el clamor, “Aquí viene el esposo; salid a recibirle”, todas las diez vírgenes ven que la luz de sus lámparas se apagan; ven que el mensaje del Juicio de los muertos está pasando. Rápidamente entonces, las cinco vírgenes prudentes vuelven a llenar sus lamparas con el aceite extra el cual han guardado en sus vasos, y salen a encontrar el Esposo. Pero las cinco vírgenes fatuas, las que pensaron que no había necesidad de aceite extra, ni necesidad de un mensaje extra, el mensaje del Juicio

de los vivos, se encuentran a sí mismas en densas tinieblas. Si, se encuentran sin la luz que el mensaje del Juicio de los vivos revela. Al descubrir su fatua negligencia, se apresuran a obtener el aceite, luz sobre el tema, pero en ese período mientras la puerta ha sido cerrada (el tiempo de gracia para las vírgenes, la iglesia, se ha terminado). Cuando llaman para que se les admita cortésmente el Señor mismo les dice, “No os conozco”. 

La señal de la venida del Reino que trae esta parábola, es obviamente el mensaje especial (el aceite extra) que anuncia el Juicio de los vivos, el mensaje que despierta los que buscan la Verdad con corazón abierto, y que condena a sus opositores, los hipócritas y tibios en la iglesia – los que están satisfechos y se creen ricos y están enriquecidos, y no tienen necesidad de nada (necesidad de Verdad oportuna), los que nunca despierten al hecho de que están absolutamente destituidos. Tenga cuidado, estas no son mis palabras, lea lo que el Señor dice a Laodicea: 

   Apocalipsis 3:14-18 – “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. 

   Otra vista de esta trágica verdad se da en 

   Lucas 14:16-24 – “Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena”. 

 

   En esta parábola se ven dos períodos de tiempo. El primer período es mientras el evangelio ha “convidado a muchos” (Lucas 14:16) a la cena de bodas, el tiempo desde los Apóstoles hasta el tiempo de su último siervo con el último mensaje que Dios envía a su pueblo, el tiempo cuando todo está “listo”. El siguiente período es el tiempo en que su último siervo está al servicio (Lucas 14:17). Este siervo es enviado, se nos dice, a la “hora de la cena”, al final del día, indicando que él lleva el último mensaje. Además, él es enviado primero a los que habían sido previamente “convidados”; es decir, a los que ya estaban en la verdad del evangelio, en la iglesia. Al principio él contacta a una clase de gente profundamente absorta con los cuidados de esta vida, y les ha de decir que “ya está todo listo”, que si desean pueden prepararse ahora e ir a la boda, para disfrutar allí el banquete del Esposo. Esta es la última llamada para la cena. 

  ¿Pero qué pasa? – justamente entonces ellos se excusan de tener que ver algo con el banquete. Algunos culpan sus profesiones, mientras otros culpan el tener que trabajar para la familia. Entonces el Maestro de la casa airadamente envía sus siervos a los pobres y los afligidos, a los que están hambrientos y no tan ocupados para dar atención, a los que no están tan encumbrados con los negocios y el hogar que no pueden responder a su llamada. Esto toma lugar en la propia “ciudad” – la iglesia. Los pobres, los que se dan cuenta que no son “ricos y están enriquecidos”, vienen, pero aún hay lugar para más. 

 

   Es entonces que el Señor de aquel siervo ordena que vaya a los que están en los caminos y vallados – a los que están fuera de los círculos de la iglesia, aún hasta los fines de la tierra (los “vallados”). Pero antes que el siervo vaya a los caminos y vallados en su última  misión, el Maestro enfáticamente le informa que los que habían sido convidados y quienes se excusaron de venir, serán completamente excluidos del banquete; que a ninguno de ellos se le permitirá ni siquiera probar de su cena; que por volver el oído sordo a la llamada han cerrado su propio tiempo de gracia, y que no hay nada ahora que pueda cambiar la situación. Después de esto el pregón urgente del siervo va a las naciones y se llena la casa del Maestro, la boda toma lugar, y el Esposo sirve a todos los que hay en la casa, pero a nadie más. 

Este mismo evento se da otra vez desde otro punto de vista. Esta vez por el profeta del evangelio: 

   Isaías 52:1-2 – “Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion”. 

   Esta profecía particular revela que mientras la iglesia Jerusalén y Sion, está dormida y desnuda con el inmundo en su medio, y en cautividad entre los Gentiles (lejos de su propia tierra), un clamor de despertamiento, un mensaje, viene incitándole a levantarse y ponerse su ropa de hermosura, porque el malvado, declara el clamor, no vendrá mas a ella, porque será cortado del todo.

   Las señales del Reino, vemos, son aun más importantes para que uno observe que las señales de la venida de Cristo. Si uno pierde las señales del Reino, entonces el conocimiento de las señales de la venida de Cristo no le beneficiarían para nada, porque todos los tales estarán aterrorizados en su aparición y dirán “a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” Apocalipsis 6:16-17. 

   ¿Son los esfuerzos para establecer el Reino premilenario – la iglesia purificada –  acompañados por grandes señales y prodigios, por ruido y pompa? A esta pregunta el Señor responde 

   Mateo 13:31-33 – “Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas. Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”. 

   Zacarías 4:6 – “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. 

   Ni una ráfaga o una estampida, y ni tampoco una cosa notable, sino la clara, tranquila Verdad, Hermanos, Hermanas, es lo que salva y trae el Reino a existencia.

   ¿A qué es semejante este Reino premilenario? ¿Y qué otras señales precedan a su establecimiento? La respuesta a estas preguntas viene por medio de Ezequiel – 

   Ezequiel 36:23-28 – “Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios”. 

   Aquí hay señales adicionales, señales que se exhiben dentro y fuera del hombre mismo: las cicatrices y defectos que el pecado ha escrito sobre los cuerpos del pueblo de Dios son limpiados; también el corazón endurecido por el pecado es cortado y uno nuevo, un corazón tierno que se deleita en guardar los estatutos y derechos de Dios, es puesto. 

 

   ¿Cuándo toma lugar esto? – Después que Dios toma sus santos “de entre las naciones”, “de todas las tierras”,y los trae a su “propia tierra”, dicen las Escrituras. Así habitarán en la tierra que antiguamente Dios dio a sus padres, y así ellos serán su pueblo y El será su Dios. Aquí vemos que nadie puede encontrarse con Dios cara a cara y vivir con él eternamente sin tener primero esta experiencia de purificación del cuerpo y cambio de corazón. 

   Evidentemente nadie que permanezca ignorante de estas señales del Reino venidero tendrá esta experiencia y consecuentemente nunca entrará en él, nunca será habilitado para vivir y reinar con Cristo. 

   Puesto que estas señales son tan vitales para la salvación, no deberían ser descuidadas, sino que deberían recibir primera consideración si esperamos que la segunda venida de Cristo sea para nuestro bien, no para nuestra condenación. Ciertamente, por esta obvia razón a esta hora tardía es traído a nuestra atención este importante mensaje. 

Esta gran Verdad es predicha otra vez en las palabras de Zacarías – 

   Zacarías 12:5-14; 13:1-5 – “Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios. En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén. Y librará Jehová las tiendas de Judá primero,

para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá. 

   “En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. 

   “En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí … 

   “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más

   serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia. Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando profetizare. Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir. Y dirá: No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo desde mi juventud”. 

   El reavivamiento y reforma aquí presentados – aflicción y escudriñamiento del corazón causados por la apreciación de la gran misericordia y bondad de Dios – serán en el día que el gobernador de Judá diga, “Los moradores de Jerusalén serán mi fortaleza”, en el día que el Señor hace aun al más débil entre ellos como David, y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová. 

   Cuando esta completa reforma tome lugar entonces la fuente purificadora será abierta para toda la casa de David. En aquel tiempo el malvado será cortado y mantenido fuera de la casa de David, y los falsos maestros “profetas”, se sentirán avergonzados de haber enseñado sus interpretaciones privadas de las Escrituras. Entonces los hombres realizarán completamente que aunque pudieran ser enseñados por hombres a pastorear ganado, con todo ningún hombre puede enseñarles a profetizar; que este oficio es confiado al Espíritu de Profecía, que ninguna profecía de las Escrituras es de interpretación privada. 

  ¿Es esta purificación – este Reino premilenario que nos habilita para entrar al cielo – establecido en el tiempo de gracia? – Para encontrar nuestra respuesta, miraremos en la profecía de Miqueas – 

   Miqueas 3:12; 4:1-2 – “Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque … Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”. 

   Aquí se nos dice que en los últimos días, en nuestro tiempo, el antiguo Reino que fue destruido será restablecido y exaltado sobre todos los demás Reinos. Luego el pueblo “correrá a él” porque “de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”. La obra del evangelio, por consiguiente, será terminada mientras su oficina principal está en la Tierra Santa. Así el Reino es establecido en el tiempo de gracia, en tiempo de salvación y purificación judicial, porque después que es establecido otros pueblos de muchas naciones correrán a él. 

 

   Esto es lo que la Biblia dice, y seguramente esto  es lo que será, porque ni el Diablo puede frustrar los planes de Dios o engañar a su pueblo. Oh, si el Diablo tratará de explicar lo que dicen estas Escrituras, pero nunca puede hacerlas decir algo mas de lo que dicen. Además, alguien que tome las palabras del Diablo en lugar de las de Dios, merece la recompensa del Diablo, y estoy seguro que no será engañado de esto. 

   Puesto que estas señales de los tiempos, en adición a otras, son de mucha más importancia que el “terremoto de Lisboa”, “el día que se oscureció”, y “la caída de estrellas”, es mejor que despertemos a la demanda que ellas imponen sobre nosotros, y que están destinadas para prepararnos para la segunda venida de Cristo y para un hogar en su Reino si les prestamos atención. Pero si estas señales no nos despiertan, entonces es posible que nos hagan resbalar al pozo del abismo mientras que soñamos ser ricos y enriquecidos, en necesidad de nada, supuestamente en el camino a la tierra gloriosa. ¡Que chasco y que lloro y crujir de dientes sería eso!. 

¿Quién ha de guiar a los Gentiles a salir de la tierra? – La respuesta esta en 

   Zacarías 1:14-17, 20-21 – “Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion. Estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal. Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los

   ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén. Clama aún, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén … Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros. Y yo dije: ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla”. 

   Obviamente una parte de las naciones Gentiles vendrán contra la parte que está en la Tierra Santa, y las perseguirán para hacer lugar para el pueblo de Dios. Entonces los pies del Señor se afirmarán en el Monte de los Olivos y el Monte se partirá por medio de sí y hacen un valle muy grande. Así el Señor abrirá el camino para que su pueblo huya allí al “valle” donde los pies del Señor se afirmarán, y todos los santos con ellos (Zacarías 14:4-5). 

   Esta verdad, vemos, reemplaza todas las verdades, porque sin ella sus otras verdades no le beneficiarán, no le llevarán al Reino. Está es la última milla de todas las millas de nuestra fe a través de la vida que nos lleva al Hogar. Hemos llegado hasta aquí; por lo tanto, continuemos avanzando hacia la tierra gloriosa, la cual no está mas allá del horizonte. La siguiente milla ciertamente es la última milla que nos llevará al Hogar.

Universal Publishing Association

P.O. Box 7613

Waco, Texas, 76714

Estados Unidos de América

Teléfono: 1-800-729-7494