MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA
Rompamos el Terreno Abandonado
Leeré de la página 36 de Palabras de Vida del Gran Maestro:
“A través de la parábola del sembrador, Cristo presenta el hecho de que los diferentes resultados dependen del terreno. En todos los casos, el sembrador y la semilla son los mismos. Así él enseña que si la palabra de Dios deja de cumplir su obra en nuestro corazón y en nuestra vida, la razón estriba en nosotros mismos. Pero el resultado no se halla fuera de nuestro dominio. En verdad, nosotros no podemos cambiarnos a nosotros mismos; pero tenemos la facultad de elegir y de determinar qué llegaremos a ser. Los oyentes representados por la vera del camino, el terreno pedregoso y el de espinas, no necesitan permanecer en esa condición… Una vez que el terreno ha estado cubierto por las espinas, sólo se lo puede utilizar después de un trabajo diligente. Así también, sólo se pueden vencer las malas tendencias del corazón humano por medio de esfuerzos fervientes en el nombre de Jesús y con su poder. El Señor nos ordena por medio de su profeta: ‘Haced barbecho para vosotros, y no sembréis sobre espinas’. ‘Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia’. Dios desea hacer en favor nuestro esta obra, y nos pide que cooperemos con él”.
Ahora nos arrodillaremos y pediremos que siempre podamos estar despiertos a la Voz del Espíritu de Dios; para saber que aunque no nos podemos cambiar a nosotros mismos, el poder de elegir es nuestro; y siempre recordad que Dios nos ha creado agentes morales libres, que nosotros mismos somos responsables por nuestra dureza de corazón; dejar que él rompa nuestro terreno abandonado para que podamos sembrar para nosotros en justicia; saber que a través de la oración y el estudio podemos mantener despierto nuestro deseo de las cosas espirituales.
LA GRAN PARADOJA DE LAS EDADES
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 10 DE ENERO DE 1948
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Zacarías 6:1-8 – “De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos montes eran de bronce. En el primer carro había caballos bermejos, en el segundo carro caballos negros, en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos overos rucios rodados. Respondí entonces y dije al ángel que hablaba conmigo: Señor mío, ¿qué es esto? Y el ángel me respondió y me dijo: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra. El carro con los caballos negros salía hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur. Y los rucios salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra. Y dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra. Luego me llamó, y me habló diciendo: Mira, los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Espíritu en la tierra del norte”.
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La paradoja en este simbolismo profético es con el cuarto carro, vemos: que este está enganchado a dos yuntas, los overos y los rucios, un grupo tratando de llevarlo en una dirección (al sur), y el otro en otra dirección (recorrer la tierra). ¿Qué pasará con el carro, y cuál de las yuntas es apto para llevarlo? Eso es la paradoja, porque ambos no lo pueden tener al menos que caminen juntos. Y este es un simbolismo paradójico, ha sido un misterio siempre desde que el profeta lo escribió, y como es revelado ahora por primera vez, obviamente la Inspiración está advirtiendo a alguien de algo muy serio que está tomando lugar en este tiempo particular. ¿Qué puede ser? –
El profeta Zacarías estaba tan ansioso de saber como lo estamos nosotros, porque él preguntó, “¿Qué es esto, Señor mío?” Y para esta pregunta vino la respuesta, “Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen de delante del Señor de toda la tierra”,
La respuesta del ángel es positiva. Los carros, declara, son los Espíritus de los cielos, que están delante del Señor, y que son enviados para recorrer la tierra. Claramente, entonces, estas cuatro yuntas y carros simbolizan cuatro mensajes (cuatro Espíritus) enviados de la presencia de Dios. Y puesto que todos los mensajes de Dios son llevados a recorrer la tierra por el ministerio y la Iglesia, los carros y sus yuntas, por consiguiente, se ve que simbolizan la obra de la iglesia en cuatro períodos diferentes.
La siguiente pregunta es, ¿Dónde en la corriente del tiempo encontraremos esta iglesia angustiada-cargada con este oprimido-mensaje? ¿en nuestro tiempo, en el pasado o qué? Los montes de bronce dan la clave, porque los carros salían de entre ellos. Por lo tanto, deberíamos encontrar primero que simbolizan los montes, y en que tiempo están. Y como los carros salían de dos montes, uno está a su izquierda (en el futuro) y el otro a su derecha (en el pasado), es necesario ubicarlos primero. La interpretación Bíblica de un monte simbólico es como sigue: “Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad”. Zacarías 8:3. Los montes en la profecía de Zacarías, por consiguiente, como en todo otro lugar en la Biblia, se ve que simbolizan dos gobiernos, iglesias, muy semejantes en naturaleza (ambas de bronce) y en dos tiempos diferentes (una a la derecha de los carros y la otra a la izquierda). Siendo de bronce, un material que tiene cualidades eternas, que no se deteriora, muestra que representan algo eterno. Además por ser los montes del mismo material simbólico del cual los pies de Cristo (Apocalipsis 1:15) se mostró que son (bronce), esto ubica los montes en la era Cristiana.
Los únicos gobiernos semejantes de Dios en la era Cristiana, uno en el pasado y uno en el futuro entre los cuales está situado el camino de los carros, son la iglesia del Pentecostés con los 120 discípulos llenos del Espíritu, simbolizada por el monte a la derecha de los carros, y la iglesia en el segundo Pentecostés (Joel 2:28, 29, aun en el futuro) con los 144.000 discípulos llenos del Espíritu que están sobre el Monte de Sión con el Cordero (Apocalipsis 14:1), simbolizados por el monte a la izquierda de los carros.
Es bien comprendido que la iglesia de hoy está compuesta de toda clase de materiales, no de bronce sólido – no de verdaderos Cristianos solamente, sino mezclada con buenos y malos – trigo y cizañas. La verdad por lo tanto es obvia: Habrá otra Teocracia semejante que destruye el pecado y separa los pecadores como la de los días de Ananías y Safira que por pecar expiraron al caer a los pies de los apóstoles (Hechos 5:1-11).
Claramente, los carros simbolizan la obra de la iglesia militante entre los dos Pentecostés.
El cuarto carro siendo el último, se encontrará obrando justo antes del segundo Pentecostés.
Puesto que los carros son guiados por caballos, los caballos mismos deben simbolizar el liderazgo del carro (la iglesia), y los pasajeros en los carros deben simbolizar los laicos.
El simbolismo, por consiguiente, es revelar la situación paradójica que existe con el cuarto carro, el último, y de aquí que la iglesia de Laodicea con el mensaje del Juicio, como su mismo nombre lo indica.
El primer carro, recuerde, es guiado por caballos bermejos (rojos); el segundo por caballos negros; y el tercero por blancos; y el cuarto por dos clases de caballos overos y rucios. El color de cada caballo siendo una especie de marcas, debe ser indicativo de sus circunstancias naturales y consecuentes. Y como notamos antes, son símbolo del ministerio en cada segmento de la historia de la iglesia. Los bermejos evidentemente significan mártires; los negros significa cautividad; los blancos significa libertad; los overos (un color indefinido, ni negro ni blanco) simboliza a los ministros que ni son verdaderos Cristianos, ni verdaderos Gentiles – hipócritas. Los rucios, de cualquier modo, denotan fuerza, como muestra la referencia al margen.
Se ve que esta profecía simbólica corrobora la historia. Muestra que la iglesia Cristiana al principio sufrió martirio, mostrado por el color rojo. Luego siguieron las Edades Oscuras de la religión cuando la iglesia estaba en cautividad (negro). Después de esto vino el período Protestante, el periodo de libertad religiosa (partido blanco). Y al último viene el cuarto carro con sus yuntas overos y rucios. Se ve que las yuntas tienen una lucha controversial sobre el carro. Los grises siendo un color indefinido – ni negro, ni blanco, denota hipocresía, mientras que el color rucio, denota fuerza (margen) espiritual la clase hasta ahora desconocida.
Puesto que la iglesia se originó en Asia, Jerusalén en particular, se ve que el primer carro permaneció allí, por que no fue a ninguna parte. La “tierra del aquilón”, geográficamente al norte de Palestina es donde fueron los otros carros; es decir, los países que las naciones Cristianas están habitando ahora. El cuarto carro, entonces, está supuesto a recorrer la tierra – toda nación, y linaje, y pueblo, y lengua. Pero contrario a esto, los caballos overos “salieron hacia la tierra del mediodía” la cual, figurativamente hablando, sería Egipto espiritual – mundanalidad.
El Espíritu de Dios habiendo sido silenciado en la tierra del aquilón, debe denotar que los mensajes de Dios en la tierra del aquilón fueron generalmente rechazados, especialmente el del cuarto carro, el cual causó que el Espíritu de Verdad se apartara y no trajera mas Verdad por medio de ellos – lo hicieron reposar allí – y que, por consiguiente, no se esperó mas Verdad por medio de ellos.
La doble yunta de caballos, y sus dos clases de colores, tirando en dos diferentes direcciones se ve inmediatamente que simbolizan una doble clase de dirigentes en la iglesia (los líderes Adventistas del Séptimo Día y los líderes Davidianos Adventistas del Séptimo Día) diferentes en carácter y propósito. Simbólicamente hablando, los caballos overos, los que aparecen primero en la escena profética, están guiando el carro a Egipto – la mundanalidad de la cual deben salir en lugar de regresar. Los caballos rucios, entonces, están esforzándose para separarse de éste y recorrer la tierra como se les manda – para terminar la obra del evangelio de acuerdo con los planes de Dios. Pero esto no puede tomar lugar por largo tiempo como ambas yuntas están enganchados al carro, porque el carro no puede moverse en ninguna dirección mientras una yunta tira en una dirección y la otra en otra dirección.
La necesidad inmediata, por consiguiente, es desenganchar (remover) uno, para que el otro pueda estar libre para recorrer la tierra tan pronto como se les diga “Id”. Cuando esto pase la paradoja no será mas una paradoja.
¿Qué puso dos clases de líderes a obrar con propósitos opuestos? Dejaré que el Espíritu de Profecía de la respuesta. Aquí sigue la descripción de un grupo de lideres en la Iglesia.
“… Aquellos que le han rendido homenaje supremo a la ‘falsamente llamada ciencia,’ no serán los dirigentes en aquel tiempo. Los que han confiado en el intelecto, el ingenio o el talento no estarán entonces al frente de las tropas. No se mantuvieron al paso con la luz. A los que demostraron ser infieles no se les encomendará el rebaño …” Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, página 76.
Obviamente, estos lideres arrogantes, que aman el dormir en una tierra tibia, son representados por los caballos overos.
Ahora leeremos de los lideres a quienes los caballos rucios representan, los que vienen a la última escena:
“… El Señor tiene siervos fieles, quienes se han de manifestar en la hora de zarandeo y prueba. Hay almas preciosas, ocultas por el momento, que no se han postrado ante Baal. No han tenido la luz que con deslumbrante resplandor ha brillado concentradamente sobre nosotros. Pero puede ser que bajo un exterior algo áspero y no muy llamativo se revele el brillo de un carácter cristiano genuino. Durante el día miramos hacia el cielo, mas no vemos las estrellas. Están allí, fijas en el firmamento, pero el ojo no las puede distinguir. Es de noche cuando podemos contemplar su verdadero lustre” Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, página 76.
Esto es exactamente lo que está pasando ahora: Los que están rechazando el mensaje que está anunciando el Juicio para los Vivos; los que “no mantuvieron paz con la luz”, y están satisfechos de estar en el antitípico Egipto; el ministerio Adventista del Séptimo Día será despedido (desenganchado); y los “escondidos”, los que son representados por los caballos rucios, el ministerio Davidiano Adventista del Séptimo Día, vendrán al frente. Ahora están siendo “revelados a la vista”, y se están alistando para tomar el carro. Luego tan pronto como se les diga “Id”, sin vacilar y rápidamente se moverán para “recorrer la tierra” con el mensaje de la hora, el Juicio para los Vivos.
Ahora dejemos que la fundadora de la Denominación Adventista del Séptimo Día concretamente explique qué y dónde es la tierra del mediodía:
“Me lleno de tristeza cuando pienso en nuestra condición como pueblo … La iglesia ha dejado de seguir a Cristo, su Guía, y con paso firme sigue su retiro hacia Egipto. Sin embargo, son pocos los que se alarman y asombran por su falta de poder espiritual. La duda, y aun el descreimiento de los testimonios del Espíritu de Dios, leudan la iglesia por todos lados. Así lo prefiere Satanás. Los ministros que predican el yo en lugar de Cristo lo prefieren así. Los testimonios no se leen, ni se aprecian. Dios os ha hablado. De su Palabra y de los testimonios, la luz ha brillado, y ambos han sido menospreciados y desatendidos. El resultado se ve claro en la falta entre nosotros de pureza, dedicación y fe fervorosa”. Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, páginas 201-202.
¿Qué desenganchará los caballos overos del carro? – el profeta Isaías tiene la respuesta:
Isaías 66:16, 19, 20 – “Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados … Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová”.
Aquí se proyecta una matanza, que toma lugar entre los que han sido instruídos de abstenerse de alimentos inmundos, pero entre los cuales muchos están violando el mandato de Dios. Los desobedientes, los que cuyos estómagos son sus dioses, incluyendo los que se santifican y purifican a sí mismos (los farisaicos) en los huertos detrás de un árbol (detrás de sus ministros que aborrecen la Verdad, Isaías 66:17), son removidos por el Señor mismo de entre sus escudriñadores de Verdad.
Después que los transgresores son así removidos, entonces los que son dejados, el “remanente”, los escapados, vienen a ser los siervos de Dios y son enviados a todas las naciones, especialmente a los que no han oído la gloria de Dios o las buenas nuevas del Reino. Estos escapados traerán a la casa del Señor a todos sus hermanos, todos los que se convertirán a Cristo – “gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas”. Ellos estarán “delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos”. Apocalipsis 7:9.
Así el Evangelio será terminado por quienes escapan de la matanza del Señor (Isaías 66:15, 16) y el pueblo de Dios será congregado rápidamente de los cuatro ángulos de la tierra, felizmente traído como una ofrenda a la casa del Señor (Isaías 66:19,20).
Ahora es la oportunidad de cada uno para decidir si estar en un lado o en el otro lado, si reformarse y ser guiados por los fieles caballos rucios, o adherirse a los arrogantes caballos overos y estar con ellos en la tierra del mediodía, para perecer allí. Verdaderamente aquí está una decisión vital que tiene que hacer cada miembro de la Denominación. Requiere acción que decidirá el destino futuro de los laicos como también del ministerio.
Ahora es su oportunidad de actuar, y es mi deseo y oración que usted, y cada miembro de la Denominación elija estar en el lado que esta paradoja de las edades revelada ahora clara y definitivamente le instruye estar. No permita que los caballos overos le engañen más. Enfrente sus claros discursos con “Así dice Jehová”. Póngalos a prueba con esta estricta verdad Biblica.